A pesar de su población
(1.300.000 h., la tercera ciudad de Alemania en cuanto a tamaño), Munich es una
localidad asequible. Bien aprovechados, dos o tres días pueden ser suficientes
para recorrer la mayor parte de sus calles y disfrutar de buena parte de sus
encantos. Pero si se desea conocer más profundamente los muchos y excelentes
museos que alberga y visitar algunos de sus más afamados palacios, se hace
necesario añadir algún día más. Este viaje lo realicé durante la Semana Santa de
2003. He intentado simplemente dejar constancia de mis sensaciones, acotar de
alguna manera algunas impresiones personales y los aspectos a mi juicio más
llamativos. Quien desee encontrar datos prácticos o una relación exhaustiva de
monumentos y museos, le recomiendo que compre una buena guía de la ciudad.
UN
PASEO POR MUNICH
Si tuviera que resumir en una sola palabra las muchas impresiones traídas de mi viaje a Munich, creo que escogería la siguiente: biergarten. No es
Munich la única ciudad alemana donde abundan este tipo de establecimientos,
aunque creo que es la que los acoge con más propiedad. Son lugares amplios,
muchos de ellos al aire libre, rodeados de pequeños puestos de bebidas y de
comida y repleto de largas mesas de madera donde los clientes se sientan a
degustar su comida. Los frecuentan todo tipo de personas: desde solitarios
barrigudos que saborean con deleite una Weissbier hasta honorables
ancianas que aprovechan para tomar un tentempié mientras hojean el diario del
día. Biergartens hay muchos, pero yo recomendaría visitar al menos
tres:
el situado en la
Chinesischer Turm, en
el Jardín Inglés; es el más grande de Munich (7.000 asientos). En sí
mismo es todo un espectáculo: miles de personas con sus bandejas de comida y bebida van
de un lado a otro buscando algún pequeño hueco para sentarse en cualquiera de las mesas. Si
el tiempo acompaña, puede llegar a ser complicado encontrar sitio.
el Augustiner Keller. Alrededor de 5.000
asientos, está situado en uno de los locales más atractivos de Munich. Está
en pleno centro, en el núm. 27 de la Neuhauser Str.
el antiguo y más histórico de todos, la Hofbräuhaus,
en Am Platzl 9, sirve cerveza ininterrumpidamente desde 1589. Por la noche,
cuando los litros de Weissbier han hecho su efecto, la concurrencia se
alborota al compás de la música en vivo y en ocasiones llegan a bailar sobre
las propias mesas.
Cabría también añadir a la lista el situado en plena
Viktualienmarkt, la plaza más concurrida de Munich, que además alberga el mercado más
atractivo y variado de la ciudad. Hay innumerables puestos de comidas y
alimentación, de floristerías y de cervecerías, y los días laborales, a la
hora de la compra, el ambiente que se respira es único. Como curiosidad, en uno
de sus puestos se puede probar vino de miel (frío o caliente), o también tomar
una sopa caliente en el Münchner Suppenküche.
A pesar de que Munich acoge muy buenos restaurantes, yo recomendaría no
dejar de visitar los Gaststätten. Más que
restaurantes propiamente dichos, se trata de cervecerías donde se sirven
comidas de todo tipo a precios bastante moderados. También se trata de centros
de reunión: los muniqueses pueden pasar en ellos horas enteras hablando, bebiendo o
comiendo. De los que yo visité, recomendaría los siguientes:
Atzinger. Situado en Schellingstrasse 9.
El un lugar frecuentado por estudiantes, lo cual redunda beneficiosamente en sus
precios. Probablemente no encontraremos ningún plato refinado, pero se come muy
bien y el ambiente es genuinamente muniqués.
Fraunhofer. En
Fraunhoferstrasse 9. Aunque
alejado de las rutas más turísticas de la ciudad, la calidad y amplitud de sus
platos lo significan como uno de los más concurridos de Munich. Es muy
frecuentado por los propios muniqueses, de manera que algunas veces resulta
difícil encontrar mesas libres.
Nürnberger Bratwurst-Glöckl. Esta
situado en Frauenplatz 9, justo al lado de la catedral. Es el más turístico de
los tres, y tal vez el que ofrece la comida más floja, pero el lugar es
realmente atractivo y el servicio muy dispuesto. A diferencia de los anteriores,
dispone de carta en varios idiomas.
La cocina bávara pasa por ser una de las más sabrosas de Alemania, y desde
luego hay mucho y muy bueno donde elegir. Existen determinados platos típicos
que no deben dejarse de probar: Leberkäs (una
mezcla de ternera y cerdo que se toma en gruesos filetes), Weisswurst
(una salchicha blanca más bien sosa de sabor y cuya piel hay que retirar antes
de comer), Leberknödel (una especie de
enormes albóndigas que se suelen tomar en sopa), Obatzta
(una deliciosa mezcla de mantequilla, cebolla, páprika y camembert) o
cualquiera de las ensaladas (preferentemente de patata, llamada kartoffelsalat)
con que se suelen acompañar estos platos. Sin embargo, sería un error quedarse
ahí; existen otros excelentes platos que pueden saborearse en los muchos Gaststätten
con que cuenta la ciudad. Por citar sólo unos pocos, y atendiendo siempre a mi
gusto personal, yo recomendaría también el Schweinshaxn (codillo), los
filetes de buey o de cerdo a la parrilla, cualquiera de las muchas y excelentes
salchichas que se pueden encontrar en puestos y restaurantes o el inevitable Apfelstrudel
para postre. Dependiendo del apetito de cada cual y del tiempo disponible, la
imprescindible alimentación puede convertirse en uno de sus más distinguidos atractivos.
La mejor forma de conocer Munich es paseando por sus calles. El centro de la
ciudad es relativamente pequeño y permite ser recorrido sin necesidad de tomar
ningún transporte público. Aparte de los monumentos y lugares más conocidos
(los cuales pueden consultarse en planos, guías y folletos), hay
a mi juicio varias zonas que merecen la pena ser recorridas con calma y
atención y que pueden pasar desapercibidas por el visitante apresurado. Si el
día acompaña, pueden resultar unos recorridos altamente relajantes.
Schellingstrasse. Esta calle enlaza
perpendicularmente con Ludwigstrasse a la altura de la universidad. En ella se
concentran un número importante de restaurantes y tiendas, de las cuales a mí
me llamaron especialmente la atención las librerías y los anticuarios. No es
una zona especialmente rica en cuanto a edificios históricos (exceptuando la
propia universidad), pero refleja como pocas el estilo sereno y abierto de la
capital bávara.
Maximilians Plafz. Merece la pena pasear
por esta plaza para recrearnos en la belleza y suntuosidad de los edificios que
la rodean.
Los pasajes de Theatinerstrasse. Entre esta
calle y la Kardinal-Faulhaberstrasse hay diversos pasajes comerciales que
albergan
las más distinguidas tiendas de la ciudad. Pero lo verdaderamente atractivo es
el diseño de los propios pasajes, con algunos rincones realmente exquisitos.
El Jardín Inglés. Es el pulmón de
Munich. Los días festivos, a poco que el sol acompañe, se ve inundado de
muniqueses que toman el sol sentados en el césped, pasean en bicicleta, montan
a caballo, reman en el amplio lago del norte o pasean tranquilamente
hasta la Torre China.
Alrededores de la Residenz. Las calles
que rodean la antigua residencia imperial dan prueba del desarrollo que alcanzó
en esta ciudad la vida palaciega y señorial a partir de los siglos XVI y
XVII.
El Río Isar. A quien le guste el paseo
tranquilo después de la comida del mediodía, le recomiendo el sendero que va
desde el Deutsche Museum, junto al puente de Cornelius, hasta el
Maximiliansbrücke a través de las pequeñas islas que dividen el río Isar.
Sendlingerstrasse. Esta calle comienza
en la Torre de Sendlinger, una de las tres torres que se conservan que antaño
permitían el acceso a la ciudad. Alberga diversas casas de hermosas fachadas, y
en ella se encuentra la iglesia de St. Johann Nepomuk, uno de los ejemplos del
rococó alemán más admirables.
Viktualienmarkt. Ya he hablado de esta
fascinante plaza algo más arriba, pero debe ser visitada en día laborable
para disfrutar plenamente de su incomparable ambiente.
Difícilmente se puede pasar por Munich sin probar su cerveza. Existen seis
fábricas distintas: Augustiner, Hofbrau, Lówenbräu, Paulaner,
Hacker-Pschorr y Spaten-Franziskaner.
Lo habitual es tomarlas en vasos de medio litro e incluso de litro, y el mejor
lugar para degustar una cerveza de barril (vom Fass) son los Gaststäte
y los Biergarten. Mi recomendación es tratar de probarlas todas, pero si
el tiempo apremia, mis favoritas son la Maximator (variante dunkel
de Agustiner) y las Weissbier de Franziskaner y Hofbrau.
Munich es igualmente una ciudad ideal para dar rienda suelta a las
actividades culturales. Hay abundancia de museos, la mayor parte muy próximos
unos con otros. Una al lado de la otra se encuentran la Alte
Pinakothek y la Neue Pinakothek
(la vieja y la nueva pinacoteca). Son los museos clásicos, los que albergan
obras de los autores más conocidos: Durero, Giotto, Tiziano, Tintoretto,
Rafael, Rembrandt, Rubens, y así hasta un larguísimo etcétera. Junto a estos,
en un edificio de muy reciente construcción, se encuentra la Pinakothek
der Moderne, dedicada en exclusiva a arte contemporáneo y donde se
puede disfrutar de obras de Paul Klee, Schlemmer, Picasso, Magritte, Max Ernst o
Warhol entre otros muchos. Un poco más al sur puede visitarse también la Städtische
Galerie, situada en un hermosa mansión del siglo XIX y
dedicada a la pintura de Munich, y donde se conserva una colección compuesta
por casi cien obras de Kandinsky. En la enorme avenida de Prinzregentenstrasse
se encuentran uno junto al otro la Haus der Kunst,
que aparte de ser uno de los más preclaros ejemplos de la arquitectura
hitleriana acoge interesantes colecciones de arte moderno, y el Bayerisches
Nationalmuseum, el museo nacional bávaro dedicado a la artesanía y
al arte en general. Los aficionados a la ciencia y a los portentos naturales
pueden visitar justo en el río Isar, erigido sobre una de sus islas, el Deutsches
Museum, el museo alemán de la ciencia y de la técnica. Y esto no es
más que una parte del total de museos y galerías que coexisten en esta ciudad.
De todo lo dicho, se puede deducir que Munich es una ciudad que necesita ser disfrutada
con tranquilidad, sin agobios, con tiempo suficiente para degustar una cerveza
sentado en cualquiera de sus Biergartens o dar un pequeño paseo en
bicicleta por sus bien trazados carriles-bici. Y por supuesto, si se
visita en octubre, se puede disfrutar de uno de sus acontecimientos más
renombrados: la Oktoberfest, toda una orgía
del paladar cervecero.