SOLIDARIDAD Y ALTRUISMO EN LAS CIENCIAS SOCIALES. JUSTIFICACIÓN TEÓRICA PARA UNA SOCIOLOGÍA DEL TERCER SECTOR

Pablo A. Guerra(1)
Sociólogo
http://pabloguerra.tripod.com


1. Introducción:

Desde hace unos cuantos años hemos venido defendiendo en diversos ámbitos, la necesidad de recuperar para las ciencias sociales en su conjunto, el análisis de aquellos comportamientos, racionalidades e instrumentos económicos que por sus diferencias con los movilizados por las lógicas del mercado y del estado, daban lugar –en la teoría y en las prácticas- a un verdadero "tercer sector" de nuestros mercados determinados.

Esta idea ha sido especialmente desarrollada en el marco de la "crisis" particular que enfrentan las sociedades contemporáneas, crisis que ha sido propicia para que desde distintas escuelas de pensamiento social, numerosos autores y agentes sociales se refirieran con mayor contundencia a la necesidad de rescatar y apoyar el desarrollo de ese tercer sector de la economía. Fue así que en los últimos años, a la par que en América Latina se empezaba a hablar de un sector solidario de la economía, y en Europa se recuperaba la idea del sector de la economía social, en Norteamérica se divulgaban otros, entre los cuáles adquiriría mucha popularidad la idea del "tercer sector" a secas, fundamentalmente de la mano de la ISTR, pretendiendo rescatar fundamentalmente las diferentes formas de autoorganización de la sociedad civil.

Valga señalar sin embargo, que cada una de esas orientaciones, no solo se distinguían por el continente donde empezaban a cobrar fuerza. Cada una de ellas, traía detrás una historia determinada y una conceptualización teórica, de manera que podemos decir que bajo el amparo de estos términos se reúnen y rescatan diversas experiencias y contenidos de lo que se entiende por tercer sector.

De tal manera lo anterior, que quisiéramos comenzar este artículo distinguiendo dos niveles de reflexión teórica sobre el tercer sector, que han estado presentes con diferentes antecedentes en la literatura de las ciencias sociales. En tal sentido, un primer nivel, lo podemos considerar propio de un análisis socioeconómico, y es el que hace referencia, como dijimos antes, a la existencia de tres grandes sectores operando económicamente con sus propios factores, relaciones económicas y racionalidades al interior de nuestra compleja economía. Más allá de las diferencias entre autores, quienes se sitúan en este primer nivel de análisis, suelen catalogar un sector capitalista, otro sector estatal y luego un tercer sector, que ha sido el que más denominaciones ha recibido a lo largo del último siglo: sector cooperativo, sector solidario, sector de la economía social, etc. Las disciplinas que han contribuido a este nivel de reflexión, han sido sobre todo, la antropología económica, la economía aplicada (sobre todo economía del cooperativismo), y la sociología. Entre los autores a rescatar en este nivel -fundamentalmente dominado por la literatura europea y latinoamericana- surgen intelectuales vinculados a la teoría del cooperativismo como Fauquet y Gide y otros vinculados a la economía de la solidaridad, como Luis Razeto.

Un segundo nivel de análisis, es aquel que sitúa el estudio del tercer sector, ya no desde un análisis macroeconómico, sino sobre todo organizacional. El análisis sectorial, que antes hundía sus raíces en los comportamientos socioeconómicos más básicos de producción y distribución, ahora pasa a uno de tipo más restringido, donde la gran teoría interdisciplinaria, deja paso a una mirada más micro, que corre el riesgo de no asumir la dimensión más estructural de nuestros mercados y economías. Este nivel de análisis es el que ha venido primando desde Norteamérica, fundamentalmente de la mano de los investigadores del proyecto Hopkins, aunque en los últimos años también recoge importantes contribuciones de Europa y Latinoamérica. Mientras que en el anterior nivel, los autores provenían y provienen fundamentalmente de círculos progresistas (cooperativismo, organizaciones populares), aquí confluyen desde posiciones netamente liberales (anti-estado de bienestar) hasta otras más comprometidas y progresistas. Establecida esta distinción entre un nivel socioeconómico y otro restringido del tercer sector, estamos en condiciones de pasar al segundo asunto.

Ahora bien, ¿podemos rescatar algún elemento en común entre estos dos niveles?. Mi respuesta es que más allá del uso en común del término "tercer sector", hay varios puntos de contacto entre estos dos niveles. Entre los elementos en común que iremos viendo a lo largo de estas páginas, podemos y debemos rescatar especialmente dos de ellos: la revalorización teórica del concepto de la sociedad civil, por un lado, y el rescate de los valores solidarios y altruistas por el otro.

Sobre lo primero, digamos que el discurso sobre el dinamismo de la sociedad civil, y sobre sus propias lógicas distantes de las del mercado y del estado, se ha presentado como especialmente atractivo desde estos puntos de vista. Como veremos luego, sin embargo, creo que para la sociología del tercer sector, el análisis de estos fenómenos debe revestir una mejor teorización de los conceptos utilizados, ya que los antecedentes de la categoría hegeliana aparecen como bastante alejados del significado que se le pretende dar al término.

El rescate de la solidaridad y el altruismo, por su lado, es el otro punto en común en el que queremos hacer hincapié. ¿Qué sentido tiene analizar el rol de la solidaridad en las ciencias sociales?, ¿porqué hacerlo desde la perspectiva de una Sociología del Tercer Sector?. Las respuestas a estas preguntas hacen las veces de hipótesis en nuestro trabajo: la Sociología del Tercer Sector debe tomar como eje de sus análisis, los diversos enfoques que nacidos en el seno de las ciencias sociales, toman como elemento central las diferentes lógicas que operan a la hora de generar y distribuir bienestar en las sociedades, y el correspondiente papel de los valores solidarios y altruistas en ellas.

Esta respuesta a su vez, nos relaciona con una mirada especial hacia el estudio del Tercer Sector: somos de la idea que como área de estudio relativamente nueva(2)debe tomar especialmente en cuenta las elaboraciones que provienen de otras disciplinas y corrientes analíticas con las que comparte buena parte de su objeto de estudio.

2. Sobre el rescate de la sociedad civil como espacio distinto al mercado y al estado.

Coincidimos con Alejandro Llano en que la frecuente y casi tópica referencia al concepto de sociedad civil se ve aquejada por una notoria ambigüedad en el uso del término(3)razón por la cuál quisiéramos comenzar haciendo referencia a qué entendemos por sociedad civil, y cómo podemos vincular este concepto al análisis del tercer sector; tema que como se comprenderá hunde sus raíces en la mismísima filosofía política helénica, con su distinción clave entre civitas y polis.

De hecho, en su acepción originaria el concepto de "sociedad civil" se contraponía al concepto de "sociedad natural" (societas civiles y societas naturalis). De esta manera, como se desprende de lo anterior, había una cierta confusión de términos entre sociedad civil y sociedad política. Según esta noción, de origen Jusnaturalista, el Estado o sociedad civil (y por lo tanto civilizada) nacía tras la ruptura con un estado antiguo de tipo primitivo, donde se vivía no teniendo más leyes que las naturales.

El pensamiento clásico de la Iglesia Cristiana, sobre todo en la edad media, se emparentaba con esta línea Jusnaturalista, fundamentalmente en lo que respecta a vincular sociedad política y sociedad civil, distinguiendo la esfera de lo temporal de la esfera de lo extemporal, espiritual o religioso(4).

Será recién con el nacimiento del capitalismo que tiene sentido una separación entre sociedad civil y sociedad política. Antes, las formas de poder se encontraban en todos los dominios de la vida social, es decir, todo era político, fundado en una misma moral, fundamentalmente de carácter religiosa: "el orden social estaba unificado, o al menos se le comprendía y se lo vivía así"(5).

La separación y distinción entre la sociedad civil y la sociedad política tiene lugar entonces tras la disolución del orden medieval, y con el surgimiento de las libertades más individuales.

"Por un lado, la sociedad civil se transforma completamente con el desarrollo de las ciencias, del racionalismo, del empirismo, con la expansión de los nuevos métodos de producción, del comercio, del transporte y las comunicaciones, con la formación de las burguesías y de las nuevas clases sociales, con el desarrollo de las ideologías y de los partidos políticos; se transforma y se autonomiza respecto de los poderes tradicionales, constituyéndose como un espacio donde las actividades individuales y la competencia comienzan a desplegarse con libertad, o más concretamente, en un contexto de lucha y conflictos entre intereses y aspiraciones particulares.

Por otro lado, el poder político reacciona autoritariamente en un esfuerzo por conservar y restaurar el antiguo orden, trata de asegurar para sí al menos el monopolio de la violencia y de la administración burocrática; la sociedad política se refuerza, conformándose como un cuerpo separado que se pone por encima de la sociedad civil. Se configura de este modo la primera forma de lo que podemos llamar el estado moderno: el estado absoluto"(6).

El problema del relacionamiento de la sociedad civil con la sociedad política empezaría entonces a ubicarse en los primeros planos de la reflexión de la época. De hecho, la reforma política registrada en Inglaterra a fines del siglo XVII motivaría los aportes de Locke y Rousseau. Para el primero, lo esencial de la sociedad reside en la sociedad civil: la sociedad política para el naciente liberalismo no es más que una instancia de derecho y regulación. Hegel contribuiría con aportes realmente importantes, desvinculando la sociedad civil con con respecto al Estado, quien oficia de "razón primera", fundante de la Nación, y además, instrumento privilegiado para asegurar el bien general. Marx finalmente, retoma a Hegel para hacerse una idea propia de las relaciones sociedad civil-sociedad política, donde la primera abarcaría el conjunto de las actividades económicas y ámbito de las necesidades individuales, formando parte de lo que llamaría la "base económica de la sociedad": "La sociedad civil es el verdadero hogar y escenario de toda la historia...la sociedad civil abarca todo el intercambio material de los individuos en una determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas"(7)El objetivo final del comunismo sería en tal sentido, sacar de las manos de la burguesía el control de la sociedad civil y devolver el mismo a la sociedad entera representada por la clase obrera. Una vez disuelto el Estado represor, la sociedad política se disolvería en la sociedad civil, lo que genera una serie de interrogantes y contradicciones estratégicas que luego Gramsci desde su heterodoxia pretendió explicar.

En efecto, Gramsci se transforma en un gran teórico de la reflexión sobre la sociedad política y sociedad civil. En primer lugar, partiendo de la base que la sociedad civil forma parte de la superestructura: "se pueden fijar dos grandes planos superestructurales; el primero que se puede llamar sociedad civil, está formado por el conjunto de los organismos vulgarmente llamados privados... y que corresponden a la función de hegemonía que el grupo dominante ejerce en toda la sociedad"(8)En tal sentido, el ideólogo italiano concibe la extinción del Estado de modo diferente a la tradición más ortodoxamente marxista: lo que desaparece no sería todo el Estado sino parte de él, esto es, subsistiría el Estado como función de dirección (organizador de consensos) y desaparecería como aparato de poder (función de dominación). Obviamente, Rosanvallon constata que la utopía Gramsciana no es otra que la utopía liberal, la de una sociedad civil acompañada por un estado de derecho a la usanza de Locke.

La visión hegeliana, que como dijimos luego recoge Marx, según la cuál la sociedad civil representa la primacía de las necesidades, y por lo tanto de los intercambios, podemos entroncarla con la distinción entre las esferas sociales y políticas, en el sentido que le daba Arendt(9)esto es, como el ámbito de lo privado, referido al mundo de las necesidades (oikia) a diferencia de la polis, ámbito de la praxis y la palabra, espacio que se dio la humanidad para trascender lo cotidiano.

Nótese cómo bajo este paradigma de "sociedad civil", el actor principal pasa a ser el mercado, lo que definitivamente sellará todo el discurso de la modernidad, contraponiéndolo al otro actor privilegiado, el Estado, sobre quién –además- pesó y pesa todavía, toda una tendencia interpretativa de raíz autoritaria por parte de las ciencias sociales(10)Es en este sentido, que señalamos la insuficiencia teórica con que se mueven ciertos autores del tercer sector, que recurren sin más ni menos a los actores de la sociedad civil como fundantes del nuevo dinamismo de un sector que luego se argumenta es distinto al mercado y al estado.

Sobre el segundo actor de la modernidad y siguiendo a Weber, tenemos que "sociológicamente cabe definir al Estado Moderno en relación a un medio determinado que él posee, como toda entidad política: la violencia física. (...) Lógicamente, la violencia no es el medio normal y tampoco el único de que se vale el Estado, pero sí podemos decir que es su medio específico"(11)Estas ideas, de amplia repercusión académica como se puede observar, sin embargo no es la que creemos mejor definen al Estado, que preferimos entenderlo como institución social garante no ya de la confrontación, sino del diálogo y negociación entre los diversos intereses en juego.

Ese Estado, además debemos considerarlo como posterior a la sociedad política. El Estado es una forma histórica que tiene un carácter instrumental con respecto a la sociedad en su conjunto. Al decir de Maritain: "la teoría que considera al Estado como parte o instrumento del cuerpo político, subordinado a él y dotado de la máxima autoridad, no por derecho propio ni para su beneficio, sino únicamente en virtud de y para el cumplimiento de las exigencias del bien común, puede calificarse de teoría 'instrumentista' que establece la genuina noción política del estado". Sin embargo, hay quienes no parten de esta idea y generan otras: "nos vemos confrontados con otra noción absolutamente distinta, la noción despótica del Estado, basada en una teoría 'substancialista' o 'absolutista'. Según ésta, el Estado es un sujeto de derecho, es decir, una persona moral y, por tanto, un todo; como consecuencia, o bien se superpone al cuerpo político o lo absorbe por completo, disfrutando de poderes supremos en virtud de su propia naturaleza, de sus derechos inalienables y de su propio interés supremo"(12).

De esta manera, el Estado se transforma en una forma histórica determinada que por sus funciones vitales de velar por el bien común, se convierte en un elemento indispensable y primario en el sistema político y social. Sin embargo, la sociedad civil y sus actores no deben estar subsumido a éste, ya que son anteriores al Estado.

Por otro lado, el argumento democrático y pluralista nos lleva a creer en la necesidad de entender la sociedad política integrada además por los partidos políticos, esto es, la posibilidad de organizarse por parte de los ciudadanos para acceder al poder político inspirados en un conjunto de ideas y una plataforma programática.

La misma argumentación democrática debemos extenderla al resto de la sociedad, esto es, a la sociedad civil. Creemos que una sociedad civil más democratizada es una donde los diferentes actores y movimientos sociales logran adoptar una autonomía cierta en relación con la sociedad política, especialmente el Estado. De esta forma, no solo estaremos promoviendo visiones diferentes, sino que además estaremos contribuyendo al desarrollo personal y colectivo de vastos sectores de la sociedad(13).

Tuvo que pasar mucho tiempo para que se entendiera a la llamada sociedad civil, como espacio privilegiado para el desarrollo de los Movimientos Sociales, no solo actuando en defensa de intereses de clase –obviamente este aspecto es de fundamental consideración para el caso latinoamericano- , sino desarrollando también una amplia variedad de expresiones en el campo cultural, artístico, de las ideas, etc. Creemos que esta segunda oleada teórica de la sociedad civil (distanciada de la primera, de matriz hegeliana), condujo justamente a rescatar a los movimientos sociales como actores fundamentales de ese espacio social, entendido de forma mucho más amplia, y no solo en referencia al mercado.

La literatura especializada, en los años ochenta representa muy bien esta tendencia, descubriendo entre otras cosas, la irrupción de actores alternativos, también llamados nuevos movimientos sociales. A la par que ello ocurría, iban emergiendo también desde las ciencias sociales, nuevos discursos y revalorizaciones en torno al concepto de ciudadanía. Para Donati, por ejemplo, desde su sociología relacional, se destaca un emerger diferenciado de las esferas relacionales, que incluye dentro de lo privado - social, dando origen a un nuevo sentido de la sociedad, ahora convertido "en el conjunto de las esferas sociales, asociativas en sentido lato, distintas del mercado y del estado"(14)Diferenciando el concepto de ciudadanía en las sociedad modernas y postmodernas, concluye que en el último caso, ésta se convierte en la dimensión política de las relaciones sociales que persiguen bienes comunes, dando lugar así, a la categoría de ciudadanía societaria, donde más allá de tener un status de adscripción conferido por un Estado, destaca especialmente el hecho de pertenecer a "subjetividades sociales, políticamente relevantes por la consecución de bienes y metas colectivas comunes..."(15)

Tomando en cuenta estas consideraciones estamos en condiciones de alertar al lector sobre los peligros que encierran ciertas visiones del tercer sector como un ámbito integrador de la sociedad civil. Tal fenómeno se muestra muy alejado de los desarrollos que tuvieron nuestros movimientos sociales en América Latina, de raíz popular y más vinculados a la lucha por ciertos derechos básicos. En segundo lugar, debemos ser enfáticos en rechazar aquellas visiones que intentan superar la noción de sociedad civil, por la de tercer sector. Como ya vimos, ambos conceptos tienen raíces totalmente distintas, si bien tienen algunos puntos en común. No descartamos intereses ideológicos de parte de quienes intentan sustituir el paradigma de sociedad civil por el del tercer sector, parapetándo ciertos actores como las fundaciones, sobre otros de carácter más popular y clasistas, como los sindicatos. Ante esta tendencia conservadora nuestra posición es clara: sociedad civil y tercer sector son cosas muy diferentes a pesar de algunos aspectos en común. Recurrir a alguno de esos conceptos, por lo tanto, no significa dejar al otro de lado, tan sólo se trata de hacer referencia a cosas distintas. En las próximas líneas trataremos de avanzar más en las características del tercer sector.

3. La solidaridad y el altruismo en las ciencias sociales.

Las diferentes ciencias sociales han pasado por distintos procesos en cuanto a la recurrencia de la solidaridad como categoría analítica. En ese sentido, claramente podemos distinguir a la economía por un lado, desconociendo por lo general, salvo excepciones que veremos más adelante, el papel de los valores éticos, entre los cuáles el altruismo y la solidaridad; y a la sociología y antropología, por el otro, cuyas elaboraciones por distintos motivos siempre tuvieron como referencia importante los comportamientos solidarios (Ver Esquema 1).

3.1. Las prácticas solidarias rescatadas por la Antropología.

Quisiéramos comenzar por las contribuciones de la antropología, tanto en sus versiones clásicas, como desde la perspectiva sustantivista.

En efecto, la antropología clásica (Firth, Malinowski, Mauss), analizando las prácticas económicas de los pueblos ágrafos, ha destacado el papel que la solidaridad grupal y el espíritu comunitario fueron teniendo en las diferentes actividades conducentes a lograr la supervivencia de las culturas. Desde una perspectiva sustantivista, la labor de Karl Polanyi merece un especial detenimiento.

Queremos rescatar especialmente de Polanyi, la construcción de una trilogía de comportamientos que podemos rescatar como un primer antecedente de la sociología del tercer sector. En efecto, para Polanyi existen tres pautas principales institucionalizadoras de la economía real en las diferentes civilizaciones, que podemos emparentar a los tres sectores que rescata nuestra disciplina: la reciprocidad (más propio del tercer sector), la redistribución (más propia del primer sector, o sector estatal), y el intercambio (más propia del segundo sector, o sector mercantil). Desde este punto de vista, el comportamiento competitivo mercantilista, que hoy se pretende declarar como normal para todas las sociedades, es solo uno de los posibles entre tantos; ya que más allá de la lógica de los intercambios, han existido y existen las lógicas de reciprocidad, y de redistribución.

Veamos esto más detenidamente: la tesis de Polanyi, divulgada especialmente en su texto clásico de 1944, The Great Transformation, es que en la historia de las civilizaciones y pueblos antiguos, la economía está sumergida por regla general a las relaciones sociales que ocurren entre los hombres. En ese sentido, tanto en una pequeña comunidad como en una vasta sociedad despótica, el sistema económico será administrado por motivaciones no económicas.

Desde esta perspectiva, en una comunidad tribal, el interés económico de los individuos es raramente predominante, pues la comunidad protege a todos sus miembros con el alimento suficiente. Por otra parte, dice Polanyi, el mantenimiento de los lazos sociales es fundamental, ya que si el individuo viola el código de honor o de generosidad aceptado, provocará su destierro y separación de la comunidad. Esto es un elemento que pesa para que el sujeto no piense en términos individualistas. A ello se agregan las actividades comunales como la obtención de alimentos de la pesca común, o la participación en el botín de alguna expedición tribal remota y peligrosa. El premio otorgado a la generosidad del individuo hacia la comunidad es tan grande en términos sociales (prestigio), que no es razonable otro tipo de motivaciones.

En eso parecen convenir los etnógrafos modernos, al señalar algunas características comunes a las sociedades pre-industriales: ausencia de motivación de ganancia; ausencia del principio de trabajar por una remuneración; ausencia del principio del menor esfuerzo; y ausencia de "cualquier institución separada y distinta basada en motivaciones económicas".

En tales circunstancias, las relaciones económicas no estaban basadas, como en las modernas sociedades, en las relaciones de intercambio, sino que hegemonizaban los otros dos tipos de relaciones económicas: la reciprocidad y la redistribución. El primer tipo, dice Polanyi es de mayor uso en las relaciones familiares; y el segundo en el ámbito social o comunitario. Creo sin embargo, que ambas son visibles en circunstancias diversas en el ámbito comunitario. La gran diferencia radica en que el segundo es fundamental ante la presencia de un poder central encargado de recibir y luego distribuir a cada uno según distintos criterios más o menos democráticos. Surge así la tarea de almacenamiento y acumulación, necesario para la sobrevivencia en tiempos difíciles.

La refinada administración económica basadas en esas relaciones solo es posible, con el auxilio de patrones como el de la simetría y la centralidad.

En ese sentido, se señala que la reciprocidad ha tenido un mayor desarrollo en condiciones de simetría; y la redistribución bajo el patrón institucional de la centralidad, que provee un procedimiento para la recolección, el almacenamiento y la redistribución de bienes y servicios.

En resumidas cuentas, las comunidades que operan de esta manera, no tienen en cuenta el concepto de beneficio; despreciarán el regateo; aclamarán como virtud la donación; y no aparecerá la propensión a trocar e intercambiar. Esto no debe llevar a confusiones en el sentido que solamente una sociedad simple puede basarse en las relaciones de reciprocidad y redistribución. En ese sentido, como veremos, el anillo de Kula, en la Melanesia Occidental, basado en el principio de la reciprocidad, es una de las transacciones comerciales más refinadas que conoce el hombre; y la redistribución estaba presente a escala gigantesca en la civilización egipcia.

"Las Islas Trobriand pertenecen a un archipiélago que forma aproximadamente un círculo, y una parte importante de la población de este archipiélago dedica una parte considerable de su tiempo a las actividades del comercio Kula. Lo describimos como un comercio, aunque no hay ningún beneficio involucrado, ya sea en dinero o en especie; los bienes no se atesoran ni se poseen permanentemente; los bienes recibidos se disfrutan regalándolos; no hay regateo, ni pago en especie, ni trueque ni intercambio; y todos los procedimientos están enteramente regulados por la etiqueta y la magia. Sin embargo, hay comercio, y los nativos de este archipiélago emprenden periódicamente grandes expediciones para llevar algún objeto valioso a quienes viven en islas situadas en la dirección de las manecillas del reloj, mientras que otras expediciones llevan otra clase de objetos valiosos a las islas del archipiélago situadas en la dirección opuesta. A la larga, ambos conjuntos de objetos -pulseras de conchas blancas y collares de conchas rojas de fabricación artesanal - circularán por el archipiélago, en un trayecto que puede durar diez años. Además existe en Kula, por regla general, socios individuales que se reciprocan los regalos Kula con pulseras y collares igualmente valiosos...En el comportamiento social domina la reciprocidad, no la propensión al trueque. Sin embargo el resultado es una organización estupenda en el campo económico".

En materia de redistribución, ésta tiene lugar en diferentes sistemas de organización económica. En ese sentido, se puede apreciar la vigencia de este tipo de relacionamiento económico en regímenes tribales, ciudades-estado, el despotismo, e incluso el feudalismo. El centro encargado de la recepción y posterior distribución será, en esos casos, el jefe, el templo, el déspota o el Señor. En todos estos casos la motivación será diferente: irá desde la repartición voluntaria en las comunidades tribales, hasta el miedo al déspota en organizaciones más totalitarias.

Luego Polanyi nos habla de un tercer principio, cual es el principio que llama "del hogar", que consiste en la producción para el uso propio(16)Este tipo de relacionamiento económico, lejos de ser anterior a los de reciprocidad y redistribución (ya que el hombre primitivo, nunca se demostró que fuera individualista), es propio de sociedades agrarias más avanzadas. A pesar de ello, no primaba allí la motivación de la ganancia. Su patrón en este caso es el grupo cerrado, y por ello puede incorporar desde grupos cerrados y despóticos como la familia romana, o democráticos como la organización interna de la zadruga de los esclavos sureños; etc(17).

En definitiva, entonces, los sistemas conocidos hasta el final del feudalismo en Europa Occidental, se basaron en alguno de los tres principios señalados o en alguna combinación de ellos.

La perspectiva de Polanyi viene de la mano de las posturas de otros grandes antropólogos como Thurnwald, para quien "el aspecto característico de la economía primitiva es la ausencia de todo deseo de obtener beneficios con la producción o el intercambio". Malinowski, por su lado señalaría que "la ganancia, que es tan frecuente para el estímulo del trabajo en las comunidades más civilizadas, jamás actúa como un impulso para trabajar bajo las condiciones nativas originales".

Siguiendo con sus elaboraciones, sostiene que el mercado es el lugar de reunión para la realización del trueque o el intercambio (compra - venta). Sin el mercado entonces, el trueque encontrará problemas ya que no se podrán generar precios: "Así como la reciprocidad se ve auxiliada por un patrón de organización simétrico, como la redistribución se facilita por cierto grado de centralidad, y como la actividad hogareña debe basarse en la autarquía, el principio del trueque depende del patrón de mercado para ser eficaz". El patrón de mercado en este caso crea la institución "mercado".

La ausencia del mercado generaba cierto aislamiento, sin embargo en lo relacionado con la organización interna de una economía, su presencia o ausencia no es decisiva. Esto pues los mercados no funcionan dentro de la economía, sino fuera de ella: son lugares de reunión -dice Polanyi-, para el comercio a larga distancia. Esto rompe con el esquema clásico para quien la propensión individual al trueque generaba la necesidad de mercados locales y de la división del trabajo, luego surgía la necesidad del comercio. Para Polanyi, la secuencia es a la inversa: se parte del comercio a larga distancia, un resultado de la ubicación geográfica de los bienes, y de la división del trabajo, dada por la ubicación. Luego, el comercio engendra a menudo mercados, lo que involucra actos de trueque, y si se usa dinero, de compra-venta, lo que "eventualmente" ofrece a algunos individuos una ocasión para aplicar la supuesta propensión a la negociación.

Ahora bien, originalmente el comercio no necesitó del mercado: éste tiene más bien características de aventura, exploración, cacería, piratería, etc(18)A lo sumo, se basará en la reciprocidad, y no en el trueque. De hecho, las investigaciones antropológicas demuestran que los actos individuales de pago en especie, trueque e intercambio se practicaban en la sociedad primitiva sólo por excepción(19)El comercio, además, no surge dentro de una comunidad, éste es un fenómeno externo, dirigido hacia tribus extranjeras.

En definitiva, la tesis de Polanyi es que los mercados no fueron hasta nuestra época más que accesorios de la vida económica: "Por regla general, el sistema económico quedaba absorbido en el sistema social, y cualquiera que fuese el principio de comportamiento que predominara en la economía, la presencia del patrón de mercado resultaba compatible con el sistema social".

En el caso del trueque y de los intercambios, éstos, incluso bajo el sistema mercantilista, prosperaban bajo una administración centralizada que promovía la autarquía en el ámbito familiar y nacional. Esto significa para Polanyi que mercado y regulación crecieron juntos, y que el mercado autoregulado no estaba en esa lógica.

Tal mercado autoregulado funcionará en una economía donde los sujetos se comporten de manera de alcanzar las máximas ganancias monetarias. Ello ocurre con la existencia de mercados de bienes y servicios disponibles a un precio dado que sea igual a la demanda por ese precio. Supone por tanto, la presencia del dinero. "La autoregulación implica que toda la producción se destine a la venta en el mercado, y que todos los ingresos deriven de tales ventas"; por lo tanto habrá mercados no solo para los bienes, sino también para la mano de obra, la tierra, etc. El Estado en esta lógica se inhibirá de interferir, de modo que ninguna política influya en la acción de los mismos.

Probablemente entonces, las tesis de Polanyi sean las más adecuadas para permitirnos una vinculación con las corrientes contemporáneas que consideramos más interesantes para introducirnos en la sociología del tercer sector. Esto pues Polanyi nos muestra cómo existen diversas lógicas de operar en las sociedades en materia de generación y distribución de bienestar, y no solo las que derivan de los postulados neoclásicos, basados en la figura del homo oeconomicus.

3.2. Presencia de la Solidaridad en la Sociología.

Los clásicos de la sociología desarrollaron sus marcos teóricos en medio de la crisis social desatada por la revolución industrial, que justamente habría de contribuir a erosionar los tejidos sociales milenarios que caracterizaron a las sociedades de base rural. Si bien esta idea está presente en todos los autores que vivieron y/o escribieron en el siglo XIX, la encontramos con mayor claridad en las elaboraciones de Durkheim, Tönnies y Weber. Nótese cómo la sociología del tercer sector justamente intenta rescatar e investigar las nuevas fórmulas sociales que en las sociedades contemporáneas, vuelven a poner en el tapete la necesidad de rearticular los tejidos sociales.

Durkheim, en su célebre trabajo de 1893, distingue entre una sociedad arcaica donde la división del trabajo genera una solidaridad mecánica, y una sociedad moderna donde la expansión de la división del trabajo da origen a una solidaridad orgánica. De esta forma, los primeros tipos de sociedades, de semejantes, se ordenan en base a una conciencia colectiva común, en donde el individuo se erige como miembro de un grupo. En tales circunstancias, las posibles desviaciones de conducta son castigadas en base al derecho penal, que sintetiza los sentimientos imperantes en esas sociedades primitivas. Por su lado, los avances en la división del trabajo han generado un nuevo tipo de sociedad, que es representativa de la sociedad moderna, donde toma más fuerza la conciencia individual en detrimento de lo colectivo. En este marco, las desviaciones son corregidas o restituidas por el Derecho civil, mercantil o procesal. De esta forma, las sociedades modernas basadas más en la complementariedad e interdependencia que en la similitud, da lugar a una solidaridad de tipo orgánico. Ya estas categorías son de sumo interés para nuestro análisis. Como el lector comprenderá, la caracterización de las sociedades primitivas, que son más bien las de corte pre- industrial, coinciden con la idea de una organización social en base a las relaciones de reciprocidad que ya hemos mencionado.

El otro elemento de interés, relacionado con nuestro tema, es el concepto de anomia. Para Durkheim, las sociedades modernas, en virtud de su acelerada división del trabajo, van generando altos niveles de anomia (falta de normativa social), que la solidaridad orgánica no puede resolver por sí misma, o mejor dicho, que la solidaridad orgánica no puede resolver sin el auxilio del colectivo. Durkheim lo sintetiza cuando señala que "este modo de adaptación sólo se convierte en una norma de conducta si un grupo deposita en él su autoridad". De esta manera, la atomización que eleva el paradigma neoclásico como regulador societal, para Durkheim debe estar controlada y afectada por la acción de las llamadas "asociaciones corporativas". Vale la aclaración que esas asociaciones no deben asimilarse a las instituciones que funcionaban al amparo de la solidaridad mecánica, sino no tendría sentido el análisis evolucionista de Durkheim. Esto significa que los mecanismos comunitarios y familiares de antaño, serán traspasados a las nuevas asociaciones que genera la sociedad industrial; conclusión a la que llega por las evidentes deficiencias de sus fundamentos positivista y evolucionistas.

Weber, mientras tanto, además de incursionar en la distinción entre sociedad y comunidad (ésta última, desarrollando relaciones en base a la solidaridad), distinguía dos tipos de gestión económica que nos servirán especialmente para nuestros estudios de tercer sector. En primer lugar, la gestión económica consuntiva, caso de la hacienda(20)que planea de qué forma las necesidades pueden ser cubiertas con los ingresos esperados (más propia de las comunidades que de las sociedades, y por lo tanto, con una mayor cuota de relaciones solidarias). Por otra parte, rescata la acción lucrativa como aquella orientada por las probabilidades de ganancia, y que llevan a cabo las grandes empresas racionales que caracterizan al capitalismo según el autor de "Economía y Sociedad"(21)Lamentablemente, para este gran clásico de la sociología, estas últimas empresas, sólo podían guiarse por cálculos de capital, descartando la posibilidad de gestionar empresas sobre la base de tercer factores. En la misma pobreza analítica cayó buena parte de la teoría económica, lo que dificulta hoy en día establecer con claridad cómo pueden erigirse empresas racionales económicamente sin necesidad de perseguir fines de lucro.

En el año 1919, por su lado, el sociólogo alemán Ferdinand Tönnies publica su obra máxima, "Gemeinschaft und Gesellschaft", de notable parecido en cuánto estilo literario, a los textos de su compatriota Max Weber. En su Introducción, luego de definir el objeto de estudio de su obra (las relaciones recíprocas), comienza a definir los términos que entendemos fundamentales en la historia del pensamiento sociológico, y particularmente importantes para nuestro objeto de estudio. Es así que señala "la relación misma, y también la unión, se concibe, bien como vida real y orgánica –y entonces es esencia de la comunidad-, bien como formación ideal y mecánica- y entonces es el concepto de sociedad"(22)Estos términos, presentan evidentes contradicciones. En ese sentido, señala que "toda vida en conjunto, íntima, interior y exclusiva, deberá ser entendida, a nuestro parecer, como vida en comunidad. La sociedad es lo público, el mundo. Uno se encuentra en comunidad con los suyos desde el nacimiento, con todos los bienes y males a ello anejos. Se entra en sociedad como en lo extraño". Los argumentos se suceden. Así, la vida en el campo sintetizará para Tönnies la vida comunitaria, más viva, auténtica y duradera. La sociedad, por su lado, producto de la cultura urbana de principios de siglo, se presenta como una vida pasajera y aparente.

El primer capítulo de su obra, es titulado "Teoría de la Comunidad". Desarrolla allí las características de esta organización societaria, enraizada fundamentalmente en relaciones de carácter familiar. No obstante ello, distingue tres especies originarias de comunidad: de parentesco, de vecindad y de amistad. En todos estos casos está presente el concepto de "consenso", entendido como la inclinación recíproco-común, unitiva, en cuanto voluntad propia de una comunidad. Es, de otra manera, la "fuerza y simpatía social especial que mantiene unidos a los hombres como miembros del conjunto". De esta forma, el consenso se plasma en las relaciones comunitarias como un acuerdo tácito acerca de los deberes y facultades de cada uno, de lo considerado bueno y malo, etc. De suerte que este tipo de relaciones no está fundado en los contratos, sino en el consenso. Esto es de particular importancia para nuestro estudio, pues Tönnies ya está identificando las diferencias notorias en el plano social que introdujo la lógica mercantil capitalista. Citando investigaciones contemporáneas a su obra, se refiere al régimen agrario hindú, donde se señala que los precios están sujetos a una tasa tradicional de la que no se podían apartar; lo que indica la sujeción de lo económico a los intereses sociales.

El capítulo segundo incursiona en la Teoría de la Sociedad: "La teoría de la sociedad construye un círculo de hombres que, como en la comunidad, conviven pacíficamente , pero no están esencialmente unidos sino esencialmente separados, y mientras en la comunidad permanecen unidos a pesar de todas las separaciones, en la sociedad permanecen separados a pesar de todas las uniones"(23).

En la sociedad, dice Tönnies, cada cuál está para sí solo, y en estado de tensión contra los demás. Esta afirmación nos recuerda el concepto de competencia mercantil. Entrando en el desarrollo de esta lógica, introduce algunos elementos de notable importancia para nuestro trabajo: "Nadie hará o prestará algo para los demás, nadie concederá o dará algo a los demás, a no ser a cambio de una contraprestación o contradonación que el considere por lo menos igual a lo por él dado. Y es hasta necesario que lo considere más ventajoso que si hubiese conservado lo que ya tenía, pues sólo la obtención de algo que le parezca mejor podrá inducirle a desprenderse de un bien". Tönnies ya había descubierto los principios que guían nuestras "sociedades" mercantiles. Una vez que estas lógicas empiezan a funcionar, el concepto de "bien común" pierde todo significado. El consenso deja paso al contrato, que viene a representar la voluntad en el acto societario del cambio. "La sociedad pues, agregado cohesionado por convención y por derecho natural, se concibe como una multitud de individuos naturales y artificiales, cuyas voluntades y esferas forman numerosas uniones entre sí y en sus relaciones, a pesar de lo cual se mantienen entre sí independientes y sin inmiscuirse mutuamente en su interior".(24)

Resulta particularmente interesante observar cómo se refiere nuestro autor a los fenómenos sociales originados en torno a la lógica de intercambios. Veamos un sabroso pasaje al respecto: "Y por analogía con este tráfico basado en el intercambio de valores materiales, puede entenderse también toda sociabilidad, cuya regla suprema es la cortesía: intercambio de palabras y favores, en el que parece que todos estén a disposición de todos y que cada cual considere como iguales suyos a los demás, cuando en realidad cada cual piensa en sí mismo y procura imponer su importancia y sus ventajas en oposición con todos los demás, de suerte que a cambio de todo lo agradable que uno manifiesta a otro, espera por lo menos, si no exige, recibir en compensación un equivalente; por lo tanto, aquilata sus servicios, halagos, obsequios, etc. para calcular si tendrán el efecto deseado".(25)

Resultado de todo lo anterior, Tönnies señala que el tránsito de la vida comunal a la social se presenta como un pasaje de la economía doméstica general a la economía mercantil general, y estrechamente ligado a ello, el predominio de la agricultura por el de la industria. En estas condiciones, dice el autor alemán, en contraste con el predominio de las relaciones basadas en objetos (propio de la sociedad), la comunidad se expresa en actos y palabras, siendo de naturaleza secundaria la referencia común a objetos, "no tanto intercambiados como poseídos y gozados en común".

Más allá de los clásicos, y más aquí en el tiempo, tenemos que rescatar los estudios vinculados a los nuevos movimientos sociales, a la constitución de redes sociales y al capital social, que vuelven a poner en el tapete la importancia de la solidaridad, el asociacionismo y la participación colectiva, en las sociedades contemporáneas. Más adelante volveremos sobre ello.

3.3. La Economía y su relación con los principios éticos.

La vinculación o asociación de la economía con la solidaridad ha sido siempre conflictiva. La primer reacción a la hora de juntar estos conceptos, es de desconcierto, tanto para quienes provienen desde lo académico, como para quienes vivencian a diario, desde diversas posiciones, la práctica de la solidaridad. Los primeros, ven inadecuado e incluso "cursi", asociar a las ciencias con valores como la solidaridad. Los segundos, creen insólito hacerlo, pues parten de la creencia que el mundo de la economía desconoce la contribución de los valores en el análisis social. Este divorcio, como se comprenderá tiene su historia.

A pesar de los numerosos antecedentes que se remontan a Aristóteles, parecería predominar en el discurso científico la idea que la ciencia y la práctica económica debe alejarse de la moral y la ética. Preguntas como ¿Por qué debería ser humana una economía?, se responden argumentando que la economía es lo que es, que hay que dejarla actuar tranquilamente, y recién luego, si así lo queremos, poner en juego nuestros valores. Este tipo de argumentación es la heredera de lo que Sen llama paradigma técnico, y que tiene en Lionel Robbins a su más fiel representante: en su influyente Essay on the Nature and Significance of Econommic Science de 1930 sentenciaba que "no parece posible, desde un punto de vista lógico, relacionar dos materias (economía y ética) de ninguna forma, excepto por la mera yuxtaposición".

Una segunda posición en torno a la asociación de la economía con valores como la solidaridad y el altruismo, no menos desafortunada que la anterior a nuestro criterio, es la que intenta edificar el pensamiento económico en torno a los antivalores. Según esta idea, que hecha raíces en la filosofía política de los siglos XVII y XVIII, ya no se trata de rechazar la moral y la ética en la economía, sino de convencernos que ésta funciona mejor si nos dejamos llevar por nuestras "pasiones"(26)egoístas. Los aportes de Adam Smith, pero también de Say, Menger, Vico, Mandeville, Spinoza, Hume, Hobbes, Steuart, etc., son elocuentes en la materia, por lo que le ahorraremos al lector los detalles. Friedrich Hayek, verdadero maestro de los neoliberales contemporáneos continúa en esta línea, parapetando al mercado como principio ético. Dice Hayek: "La popularidad de la idea según la cuál siempre es mejor cooperar que competir, demuestra el general desconocimiento de la verdadera función orientadora del mercado. La cooperación, al igual que la solidaridad, sólo son posibles si existe un amplio consenso, no solo en cuanto a los fines a alcanzar, sino también en lo que atañe a los medios a emplearse. En los colectivos de reducida dimensión ello es realmente posible, pero difícilmente lo es cuando de lo que se trata es adaptarse a circunstancias desconocidas. Ahora bien, es en esta adaptación a lo desconocido en lo que se apoya la coordinación de los esfuerzos en un orden extenso. La competencia no es otra cosa que un ininterrumpido proceso de descubrimiento, presente en toda evolución, que nos lleva a responder inconscientemente a nuevas situaciones. Es la renovada competencia, y no el consenso, lo que aumenta cada vez más nuestra eficacia"(27)De esta manera, al defender el "orden extenso", descalifica el valor de la justicia social. En "Nuestra Herencia Moral", por ejemplo, esperaba que quienes hablaran de justicia social sintieran "una vergüenza insoportable al utilizar su término".

La tercer mirada, por su lado, es la que definitivamente logra insertar a los valores en el discurso y la práctica de la economía. En este sentido, creemos que los aportes del comunitarismo, de la socioeconomía, de la economía de las donaciones y de la economía de la solidaridad, han sido francamente revolucionarios en la materia, pero sobre ellos volveremos más adelante.

3.4. Las contribuciones contemporáneas.

Efectivamente, así como Polanyi describe tres grandes formas de relacionamiento económico en las sociedades (redistribución, reciprocidad e intercambio), las corrientes que hemos mencionado han contribuido a legitimar las racionalidades y lógicas de operación de ese "tercer sector" que más allá de las definiciones, hay unanimidad en cuanto considerarlo promotor privilegiado de las lógicas de solidaridad, cooperación civil, gratuidad, etc.

La economía de la solidaridad en ese sentido, hace referencia a un tercer sector de la economía, diferente al privado – capitalista (caracterizado por producir en base al factor capital, distribuir en base a las relaciones de intercambio, y fomentar una cultura consumista); y al sector estatal – público (caracterizado por producir en base al factor administrativo, pero también al capital, aunque con lógica distinta al anterior, y distribuir en base a las relaciones que Polanyi llamaría fundamentalmente de redistribución). Ese tercer sector, cuyos sujetos (individuos, familias, grupos) provendrían del entretejido de la sociedad civil, se caracteriza por producir en base al trabajo y al "factor C" (cooperación, espíritu de comunidad, etc.), distribuir en base a lo que Polanyi llamara reciprocidad, que incluiría toda la gama de donaciones(28)y de consumir y acumular conforme a patrones ajenos a los mercantiles clásicos, con fuerte presencia de los valores solidarios. El esquema 2que se expone en los anexos, resume entonces las principales características que asumiría cada sector, desde la visión de una economía de la solidaridad.

De acuerdo entonces, a esa clasificación, podemos decir que el Sector Solidario es aquel integrado por las unidades económicas basadas en las categorías Trabajo o Comunidad, que se organizan interna y/o externamente de acuerdo a las Relaciones de Cooperación, Comensalidad, Donaciones y Reciprocidad, produciendo con criterios ecológicos y acumulando conforme los patrones de consumo crítico. Nótese las contribuciones que muchas de esas categorías hacen a la sociología del tercer sector. Por otra parte, el sector de Intercambios estará integrado por aquellas unidades económicas basadas en la categoría capital (también la Categoría Tierra), que se organizan interna y/o externamente de acuerdo a las relaciones de intercambio, produciendo todo aquello que tenga demanda y acumulando con criterios fundamentalmente económicos-monetarios. El Sector Estatal es, por su lado, aquel integrado por las unidades económicas basadas en la categoría Administración, que se organiza interna y/o externamente de acuerdo a las relaciones de Tributación y Asignación Jerárquica, dependiendo sus criterios de producción de los fines del Estado y acumulando con la lógica del poder político.

Otras variables pueden ser agregadas al modelo. Es el caso de la propiedad, que tiende a ser individual en el sector de intercambios; grupal y comunitaria, privilegiando lo asociativo en el sector solidario; y colectiva en el sector regulado.

Hirschman se puede considerar como un antecedente en la idea de implicar estos valores sociales comunitarios en los procesos productivos. Señalaba que cualquier sistema económico que funcione debía contar con ellos. El socioeconomista norteamericano, sin embargo, no llega a elaborar una teoría al respecto, pero deja claro que el amor, la benevolencia y el espíritu cívico juegan un papel importante en la economía(29).

Samuelson, en la línea de rescatar la solidaridad y la benevolencia en nuestros actos cotidianos, señalaba en un artículo publicado en 1969: "¿No hay nada gratuito?. Qué disparate. Una ley científica con solo cuatro billones de excepciones. Si fuese verdad eso, ningún miembro de la especie humana sobreviviría ni siquiera una semana"(30).

Probablemente, uno de los mayores desafíos desde nuestras tiendas, sea entonces profundizar el aporte económico de estos valores comunitarios en los procesos productivos. Desde la literatura anglosajona, han surgido algunas categorías de análisis muy similares a las del "factor C", como las del "capital social"(31)conformado por los grados de confianza entre los individuos de una sociedad o grupo, las normas cívicas practicadas y el nivel de asociatividad descubierto. Más allá de las diferencias(32)creemos que para las ciencias sociales es trascendente explorar el impacto que estos valores y actitudes tienen en el plano económico, y en concreto en las fases de producción que es la que nos ocupa ahora. En esta línea se han desarrollado ya algunas investigaciones interesantes, como ser las de Knack y Keefer de 1996, que comprueban, correlaciones entre valores de confianza y cooperación cívica por un lado, y crecimiento económico por otro; o las de Narayan y Pritchet, de 1997, que analizan las correlaciones entre participación comunitaria y mayores niveles de vida en hogares rurales de Tanzania; además de los estudios orientados por las tesis de Putnam para Italia(33)(dirigidos por La Porta)(34)los estudios desde el campo de la socioeconomía y del moderno comunitarismo que avalan una estrecha relación entre distintos aspectos de la "salud social" y desarrollo; los estudios de Alameda Country (EUA), mostrando cómo los factores comunitarios están asociados a la esperanza de vida; o las diversas experiencias de economías solidarias que hemos trabajado extensamente en América Latina, donde se muestra cómo la propiedad compartida, la autogestión, los valores comunitarios, la solidaridad, etc., permitieron el desarrollo humano de notables casos: los Talleres Solidarios y la Fundación Solidaridad en Chile; las cooperativas de San Gil, en Colombia; las Ferias Cooperativas y las Asociaciones de productores de Barquisimeto; el sistema productivo de la Villa El Salvador de Lima; o de Maquita Cuschunchic de Ecuador; la organización económica de diversas comunidades indígenas del continente; los asentamientos del MST en Brasil; o diversas experiencias de comunidades cristianas, etc. En todos los casos, se observa claramente cómo la solidaridad pasa a "activarse" también en el plano económico con resultados alentadores a la vista.

Por otra parte, la socioeconomía denuncia claramente los postulados de la racionalidad económica dominante de carácter utilitarista, que si bien puede caracterizar los comportamientos del sector mercantil, dudosamente lo pueda hacer con respecto a los otros dos sectores. Esta idea la desarrolla Etzioni en su The Moral Dimension (1988), que sirvió de plataforma para la génesis de la socioeconomía. Aquí el fundador de la Communitarian Network, distingue el REM (Rational Economic Man) del SEP (Socio-Economic Person). En este último caso, los valores guían el comportamiento, fomentando la acción cooperativa en detrimento de la competitiva propia del REM. Los valores en los SEP no son solo individuales, sino más bien relacionales, tema que ya venía trabajando desde hacía dos décadas(35)El SEP entonces vendría a sintetizar las acciones de la persona, pero en relación con sus semejantes(36)donde la razón comparte posiciones con los valores y las emociones y cuyo fin trasciende los meramente egoístas. Queda clara entonces la distinción entre un paradigma individualista y otro comunitario: "El paradigma neoclásico ve individuos autónomos que deciden solos. Esta noción es sustituida aquí por un concepto de personas como miembros de colectividades sociales –colectividades que en alto grado modelan las decisiones individuales-. Los individuos libres, capaces de decidir de modo relativamente racional, sólo son encontrados en comunidades, porque sólo en ellas encuentran el soporte social y psíquico requerido...para sostener decisiones libres de las presiones de autoridades, demagogos o medios de comunicación de masas. La individualidad existe, pero sólo en esos contextos sociales"(37)Siguiendo en esta línea, coincidimos con Etzioni cuando señala la existencia de una voz moral que guía mucho de nuestros comportamientos(38)Contra la opinión utilitarista, el comportarse de acuerdo a esta voz moral (en su doble versión de voces interiores y comunitarias), no implica seguir el principio del placer y de la maximización. Evidentemente, determinados comportamientos guiados por la moral (ej. salvar a un niño de un incendio, contribuir a una causa, etc.) no terminan "satisfechas" (como diría un utilitarista, que parte de la base que todos estos comportamientos en definitiva persiguen la búsqueda de algún placer) sino más bien "ennoblecidas". Y vaya si estas acciones tienen importancia en nuestras vidas diarias. Solo razonando en estos términos podríamos comprender algunas experiencias que privilegian, por ejemplo, el "dar" sobre el "recibir" (muy propias del tercer sector), sin caer en las explicaciones de irracionalidad o búsqueda de placer.

En sociología, las obras de Homans parecen ser las más antagónicas a nuestro marco interpretativo, o sea, las más próximas al esquema que Etzioni llama REM. Homans, basado en Bentham y Mill, presenta una tesis central según la cual las personas organizan sus conductas de tal forma que esperan un mínimo de sanciones y un máximo de gratificaciones. Las consecuencias son evidentes: la competencia pasa a ser la regla en materia de comportamiento, instituyéndose nuevamente el homo oeconomicus(39)"No solo uno alcanza ... un máximo de gratificación, sino que también se ocupa de que nadie del grupo propio alcance una gratificación mayor que la de uno mismo"(40)A partir de este autor se desarrollarían las tesis –por cierto heterogéneas- del rational choise.

Por su lado, también desde la socioeconomía se critica la invasión de la lógica instrumental a los comportamientos no económicos, e incluso, tomando a Polanyi se puede decir que ocurre exactamente al revés de lo planteado entre otros por Becker: más bien los factores extramercantiles explican o influyen en el comportamiento económico. De allí la necesidad de estudiar cómo los condicionamientos morales y sociales influyen a la hora de nuestros comportamientos; de donde se obtiene, como se señala desde la economía de la solidaridad, al menos tres tipos ideales a nivel económico.

4. Hacia una conceptualización del tercer sector.

Mucho se ha hablado y escrito sobre la dificultad de definir al tercer sector. Es así que se confunden categorías analíticas que a pesar de tener mucho que ver con nuestro objeto de estudio, por diferentes motivos que señalaremos, no encajan en lo que más o menos consensualmente se entiende por tercer sector. En ese sentido, propongo dos posturas: 1) saber distinguir el tercer sector de otras categorías de análisis, y 2) pensar y reflexionar el tercer sector en conjunto con las otras citadas categorías de análisis. En ese sentido, somos de la idea de marcar los límites del tercer sector (en su versión restringida)con el sector de economía de la solidaridad, de la economía social, economía de las donaciones, Non Profit Sector, Voluntary Sector, Tercer Sistema, etc.; para hacer hacer mención a los más nombrados. Pero a la par que hacemos la distinción, creemos que no podemos prescindir de los aportes generados por quienes han trabajado científicamente en ellos, habida cuenta de los numerosos puntos de intersección que se generan entre ellos.

4.1.- La especificidad del Tercer Sector.

Podemos descubrir una especificidad clara del tercer sector, solamente con una buena teoría que de cuenta de su identidad y que la distinga del resto de las identidades que tiene lugar en el campo de la economía. En la medida que ello no ocurra podemos caer en intentos de delimitación erróneos, muy elásticos y pragmáticos, o en otras palabras: "La idea misma de tercer sector, como cajón de sastre donde se ubican aquellas formas de organización económica que no casan bien con las dos grandes realidades, el sector público y el sector capitalista..."(41).

Los estudios históricos y antropológicos, que en parte vimos, deben aconsejarnos a ver el tercer sector más bien como primer sector, sobre todo si nos atenemos a la importancia que ha tenido en la historia de la humanidad hasta nuestros días, razón por la cuál, creemos mal comienzo, definirlo por la negativa, esto es, integrando todo aquello que, como dice el autor citado, "no se case" con los otros sectores. Sectores además, a los que distingue como mayoritarios ("las dos grandes realidades"). Este es un error muy común sobre todo entre los economistas, tentados a cuantificar el sector con los instrumentos contables clásicos. Es así, que se hacen monumentales esfuerzos para saber a ciencia cierta el aporte del tercer sector en las modernas economías, sin tomar en cuenta la enorme cantidad de "bienes relacionales" que de la mano de las relaciones alternativas de donación, reciprocidad o comensalidad, suelen satisfacer a diario numerosas necesidades que no pueden ser cubiertas ni por los mecanismos mercantiles clásicos, ni por las políticas públicas del Estado; y que jamás podrán formar parte de las contabilidades clásicas.

No vamos aquí a detallar la evolución que ha tenido la conceptualización del tercer sector, ni las diferentes posiciones que se manejan, dando lugar a una "gran diversidad de enfoques"(42)cortados no solo por posiciones académicas, sino también, por posiciones que se han transformado convencionales en determinados países.

Queremos, por el contrario, establecer una definición que reúna dos condiciones a esta altura imprescindibles en nuestra área de estudio: que sea operacionalizable, y que tenga consistencia teórica.

En tal sentido, al tercer sector lo podemos definir, en su versión restringida(43)como el conjunto de organizaciones autónomas de la sociedad civil, fundadas y constituídas con el objeto de producir bienestar, inspiradas en valores solidarios, cuyas eventuales ganancias monetarias no se dividen entre los asociados.

Veamos detenidamente los componentes de la definición:
 

  • Organizaciones: las organizaciones se caracterizan por su relativa estabilidad en el tiempo (sean formales o informales), de manera que se dejan de lado otras manifestaciones de la sociedad civil o formas de acción colectiva de carácter inestable o efímero.

  • Autonomía: Se requiere cierto grado de autonomía en la toma de decisiones, con respecto a otras organizaciones del aparato estatal o del mercado.

  • Productoras de bienestar: en el sentido amplio, la producción de bienestar incluye una enorme variedad de fines y objetivos que satisfagan algún tipo de necesidad colectiva. Por lo general esas necesidades no son correctamente atendidas por el estado o el mercado, aunque hay excepciones.

  • De la sociedad Civil: son organizaciones de naturaleza privada.

  • Solidarias: todas estas organizaciones en sus fines o en sus medios presentan firmes valores solidarios.

  • Ganancias indivisibles: en caso de haber ganancias monetarias, éstas no se dividen entre los miembros de la organización, sino que se destinan a los fines de la misma.


Teniendo en cuenta esta definición, podemos decir que el Tercer Sector engloba casos tan distintos como las asociaciones de vecinos, pasando por las Fundaciones, las ONGs. tradicionales, o las ollas populares, pero también incluso, algunas empresas de la economía social que operan en el mercado. De esta manera, aparece como preponderante en muchos autores, la figura "sin fines de lucro", que hemos cuestionado en otra ocasión(44)y que da origen a dos tipos de organizaciones dentro del Tercer Sector: organizaciones con fines (no exclusivamente) comerciales, y organizaciones sin fines comerciales. Las primeras se caracterizan por ofrecer en el mercado de intercambios, determinados bienes y servicios producidos por la organización. Las segundas o no participan en el mercado de intercambios, o lo hacen con precios que no responden a la lógica de ese sector. Ambas sin embargo, se caracterizan por no poder distribuir beneficios monetarios entre sus asociados. Las mutualistas de Salud en Uruguay, son un buen ejemplo de organizaciones del Tercer Sector con fines (no exclusivamente) comerciales. Las policlínicas barriales de salud, son por su lado, un buen ejemplo en el mismo rubro de organizaciones del Tercer Sector sin fines comerciales.

Esta última característica es fundamental para distinguir el fenómeno del tercer sector, con el de la economía social, o las organizaciones de la economía de la solidaridad. En efecto, las cooperativas de producción, como las comunidades de trabajo, comunidades nativas, diversas OEPs, etc., que se caracterizan por ser organizaciones solidarias y alternativas, no son estrictamente organizaciones del Tercer Sector, ya que en caso de obtener ganancias monetarias, pueden distribuirlas entre sus asociados(45)En las cooperativas de producción, por ejemplo, el sistema es el de la distribución según los aportes de cada socio (prorrateo); en los kibbutzim, por su lado, se distribuye de acuerdo a las necesidades de cada miembro. Notemos, sin embargo, lo cercano de estas organizaciones con respecto a las que persiguen fines comerciales del tercer sector.

La otra confusión corriente es asimilar al tercer sector con el sector de voluntariado, cuando no todas las organizaciones del Tercer Sector tienen el componente voluntario. En el mismo sentido, debemos señalar nuestra discrepancia cuando se habla de Sector Caritativo, Filantrópico, o incluso con ánimo altruista. De hecho, muchas organizaciones del Tercer Sector no tienen ánimo altruista. ¿Cómo podemos entender el altruismo en una cooperativa de vivienda por ayuda mutua?. ¿Cuánta caridad encontramos en una mutual de salud?. En ambos casos, más que altruismo y caridad, lo que se observa son valores de solidaridad, cooperación y espíritu asociacionista, que son cosas diferentes. En tal sentido, somos de la idea de recortar claramente los límites de estas categorías, y para ello se vuelve imprescindible el recurso de las elaboraciones científicas anotadas.

El Sector del Voluntariado, por ejemplo (aquel integrado por organizaciones del Tercer Sector que cuentan con un número significativo de trabajadores que se entregan a una causa en forma gratuita) y el de las Donaciones (en un sentido más amplio, aquel integrado por el conjunto de las relaciones unidireccionales entre dos o más partes, donde el flujo de bienes o servicios se desplaza de un donante a un beneficiario), pueden ser mejor comprendidos una vez se puedan incorporar al análisis las categorías de la nostridad, la gratuidad y las donaciones.

¿Qué une, sin embargo, a las diversas experiencias que pertenecen ya sea al tercer sector, la economía de la solidaridad, la economía social, de las donaciones, del voluntariado, etc.?. La respuesta es que cada una de estas experiencias, que forman parte de sectores con distintas características, se encuentran relacionadas por gozar de una alta dosis de solidaridad en sus medios y/o en sus fines. La solidaridad en los fines, se entronca más con las organizaciones caritativas, en tanto la solidaridad en los medios caracterizaría a aquellas organizaciones que persiguen (entre otros) fines comerciales, o sea, distribuyen los bienes y servicios generados con factores solidarios, en un mercado que se caracteriza por una lógica más competitiva.

En el esquema 3se exponen las diferentes formas que asumen los proveedores de bienes y servicios, a partir de los criterios de producción y distribución de las diversas expresiones de bienestar. El Tercer Sector, quedaría integrado por las expresiones de los cuadrantes 5, 6 y 2. Las unidades de economía solidaria, por su lado, reuniría los cuadrantes 5 y 6, aunque a diferencia del anterior, en el cuadrante 5, también contemplaría las expresiones de economías alternativas que distribuyen sus eventuales ganancias monetarias al factor trabajo. La economía de mercado de intercambios, por su lado, concentraría a sus organizaciones empresariales en el cuadrante 1; en tanto el papel del Estado se expresa básicamente en los cuadrantes 3 y 4.


Esquema 1

La solidaridad en las ciencias sociales: presencias claves para una sociología del tercer sector.

Sociología:

  • Clásicos: (Marx, Durkheim, Weber y Tönnies): Estudio del impacto del mercado luego de la Revolución Industrial. Análisis de la pérdida del sentido de solidaridad en el esquema comunidad - sociedad.

  • Sociología económica (Smelser): estudio de los comportamientos sociales con motivo de los procesos económicos.

  • Estudios sobre el capital social (Putnam, Coleman, etc.): Análisis de elementos asociativos que enriquecen el tejido social.

  • Sociología de la participación Social y Autogestión (VVAA): Rescate de la asociatividad y participación con fines colectivos.


Economía:

  • Institucionalistas (Veblen, J. Clark, W. Mitchell, Galbraith): Crítica a la economía neoclásica y al homo oeconomicus, movido solamente por la búsqueda de ganancia.

  • Economía de las donaciones (Boulding): rescate y teorización por parte de la economía, de las relaciones económicas de donación.

  • Socioeconomía (Sase): Análisis y rescate del valor de lo comunitario. Crítica a la visión liberal individualista de la "sociedad como una ficción" (Bentham).

  • Economía de la Solidaridad (Razeto): la solidaridad como categoría clave en la teoría y práctica de las economías alternativas.

  • Etica económica (Equipo Jesuita Latinoamericano de Reflexión Filosófica, J.C. Scannone, etc.): Crítica a la concepción neoliberal, rescate de la ética de la gratuidad y de la nostridad.


Antropología:

  • Antropología económica clásica (Firth, Malinowski, Mauss, etc.): Rescate y explicación de experiencias no monetarias, de economías de reciprocidad y redistribución.

  • Antropología económica sustantivista (Polanyi): Teoría del surgimiento de los mercados y comercio. Pluralidad de las relaciones económicas.

  • Antropología urbana (De lommitz, Castells): Rescate de las relaciones sociales de solidaridad en los barrios populares de A.L; y la constitución de redes sociales en el medio urbano.

    •  

          Fuente: Guerra, P. (2000).


Esquema 2

Principales Características de los tres sectores que operan en los mercados determinados
 

Criterio de producción

Fase productiva

Distribución

Consumo

Acumulación

Sector

Ecológico y humanista

En base a Trabajo y Comunidad

Relaciones de cooperación, comensalidad, donaciones y reciprocidad

Consumo crítico

Criterios sociales priman sobre los económicos

Sector Solidario

Ley de Oferta y Demanda

En base a Capital

Relaciones de intercambio

Consumista

Económica

Sector de Intercambios

Teoría de los fines del Estado

En base a la Administración

Relaciones de Tributación y Asignación Jerárquica

Burocrática

Lógica del poder político

Sector regulado Estatal

        Fuente: Guerra, P. (1999).


Esquema 3:

Tipología de expresiones del bienestar social, de acuerdo a criterios de producción y distribución.
 

Medios / Fines

Bienestar distribuido en base a intercambios

Bienestar distribuido en base a relaciones solidarias

Bienestar producido en base a capital

/1/
Economía de Mercado

/2/
Fundaciones empresariales
Filantropía empresarial

Bienestar producido en base a Redistribución Jerárquica

3/
Empresas del Estado

/4/
Políticas públicas redistributivas

Bienestar producido en base a factores solidarios

5/
Tercer Sector comercial.
Economía Social y Solidaria. Cooperativismo

 /6/
Tercer Sector no comercial.
Economía caritativa.
Economía de Comunidades autosostenibles

        Fuente: Guerra, P. (2000).


NOTAS

(1) Sociólogo. Profesor en la Universidad Católica y Universidad de la República, Uruguay.

(2) Si bien hay antecedentes de estudios del tercer sector desde los años sesenta, no fue hasta los noventa que toma cuerpo como subdisciplina con identidad propia.

(3) Cfr. Llano, A.: Humanismo Cívico, Madrid, Ariel, 1999, p. 18.

(4) Cfr. Bobbio, N.: "Sulla nozione di societá civile", en De Homine, Roma, 1968.

(5) Cfr. Rosanvallon, P.: "La Autogestión como rehabilitación de lo político", Montevideo, Claeh, Materiales para el Debate Contemporáneo No. 11, 1987.

(6) Cfr. Razeto, L.: "Democratización económica y democratización política", Santiago, Rev. Opciones, Ahc, 1985.

(7) Cfr. Marx y Engels: La ideología alemana, Montevideo, Ed. Pueblos Unidos, 1968.

(8) Cfr. Portelli, H.: Gramsci y el bloque histórico, México, S. XXI Ed., 1972.

(9) Cfr. Arendt, H.: La condición del hombre moderno, París, Ed. Calmann-Levy, 1961.

(10) Cfr. Faletto, E.: "Propuestas para el cambio: movimientos sociales en la democracia", en revista Nueva Sociedad No. 91, Caracas, Set. de 1991.

(11) Weber, M.: "La política como vocación", en El político y el Científico, Madrid, Alianza, 1967.

(12) Cfr. Maritain, en Fiallo, A.: "¿Qué es el Estado?", Caracas, Cuadernos de Ifedec, s/f.

(13) Nuestra posición incluso, emparentada con la de los comunitaristas, hace referencia a la necesidad de contemplar los "terceros soberanos que hemos de añadir a los sujetos que han sido erróneamente considerados como protagonistas exclusivos de la modernidad: el individuo y el estado". Cfr. Pérez Adán, J.: "Comunitarismo, moralidad política y la crítica al neoaristotelismo emergente", en Sistema No. 142, Madrid, Enero de 1998.

(14) Cfr. Donati, P.: La ciudadanía societaria, Granada, Biblioteca de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Granada, 1999, p. 39.

(15) Idem. ant., p. 48-49.

(16) Nótese el parecido de la clasificación de Polanyi con el esquema de análisis de Donati. Cfr. Donati, P.: Sociologia del Terzo Settore, Nis, Roma, 1996.

(17) Este patrón de integración, sin embargo, no será retomado en posteriores estudios del autor, optando por circunscribirlo a las formas más amplias de redistribución.

(18) "La piratería fue el inicio del comercio marítimo entre los griegos de la época homérica, al igual que entre los vikingos escandinavos; durante largo tiempo las dos vocaciones se desarrollaron en concierto" (Pirenne, "Economic and Social History, pág. 109) Cfr. Polanyi, K.: La Gran Transformación, Bs.As., La Piqueta, 1989.

(19) "Por ejemplo, resulta imposible la expresión del valor de un anzuelo en términos de una cantidad de alimentos, ya que tal intercambio no se hace nunca y sería considerado por los Tikopia como algo fantástico...Cada clase de objeto es apropiado para una clase particular de situación social" (Firth, "Primitive Economics of the New Zealand Maori", 1929); en Idem. Ant.

(20) Weber le llama hacienda a la organización económica clásica en materia de gestión consuntiva.

(21) Cfr. Weber, M.: Economía y Sociedad, México, FCE, 1969 (Primera edición alemana de 1922).

(22) Cfr. Tönnies, F.: Comunidad y Sociedad, Bs. As., Losada, 1947, p. 19.

(23) Ibidem, p. 65.

(24) Ibidem, p. 79.

(25) Ibidem, p. 81.

(26) Utilizo el término "pasiones", para ser justo con la interesante investigación de Hirschman. Cfr. Las pasiones y los intereses. Argumentos a favor del capitalismo previo a su triunfo, Barcelona, Península, 1998.

(27) Cfr. Hayek, F.: La fatal arrogancia. Los errores del socialismo, Madrid, Unión Ed., 1990; citado por Rebellato, J.: La encrucijada de la ética, Montevideo, Nordan, 1995, p. 24.

(28) Las relaciones de donación fueron increíblemente dejadas de lado por las ciencias económicas hasta que Kenneth Boulding, sobre fines de los sesenta fundara junto a otros investigadores la Association for the estudy of the grants economy, y publicara su The economy of love and fear – A preface to grants economy. Por donaciones podemos entender las transferencias unilaterales por la cual una parte (donante) transfiere a otra (beneficiario) un bien o un servicio sin esperar nada a cambio. Las donaciones, desconocidas por la economía convencional en sus análisis mercantiles, sin embargo, constituye una relación absolutamente fundamental en cualquier mercado. En EUA, por ejemplo, para el año 1994, el dinero donado representó 144 mil millones de dólares, de los cuáles sólo el 5.1% correspondió a empresas. En empresas y grupos humanos alternativos, por su lado, las donaciones constituyen un hecho normal, en sus variantes de bienes o trabajo voluntario.

(29) Cfr. Hirschman, A.: "En contra de la parsimonia: tres formas fáciles para complicar algunas categorías del discurso económico", en Colección Estudios del Cieplan No. 19, Santiago, 1986, p. 135 - 147.

(30) El artículo vale la pena para observar la demolición de los presupuestos manejados por Adam Smith. Cfr. Samuelson, P.: "Amor", Newsweek, 29 Diciembre de 1969, en Economía desde el corazón, Madrid, Biblioteca de economía 19, Orbis, 1984.

(31) Cfr. Coleman, J.: Foundations of Social Theory, Harvard University Press, 1994, Cap. XII.

(32) Nuestra mayor diferencia es en el abuso que se hace del término "capital". Cuando Coleman, Putnam, Newton, o el propio Bourdieu hablan de "capital social", parecen desconocer que el capital es un factor económico entre otros, con sus historias, determinados orígenes, determinados actores sociales que lo elevaron como factor preponderante, etc. Más bien, somos de la idea de no utilizar ese término, asignándole a determinado factor un nombre propio que lo identifique claramente con los valores que pone en juego.

(33) Cfr. Putnam, R.: Making Democracy Work: Civic tradition in Modern Italy, Princeton University Press, 1993.

(34) Cfr. Kliksberg, B.: "Capital social y cultura. Claves olvidadas del desarrollo", paper presentando en las Jornadas sobre el desarrollo de las economías del Mercosur, Montevideo, Sid, 2000.

(35) Cfr. Etzioni, A.: La Sociedad Activa. Una teoría de los procesos societales y políticos, Madrid, Aguilar, 1980. En este texto publicado en EUA en 1968, el autor ya exigía un estudio de la racionalidad que tuviera en cuenta el factor relacional de los sujetos.

(36) Aquí Etzioni parece heredar el legado de Buber. Dice Etzioni en plena alusión al "Yo y Tú" de Buber: "el hombre no es si no es social; lo que es depende de su ser social, y lo que hace de su ser social está ligado irrevocablemente a lo que hace de sí mismo". En Idem. Ant., pág. 4.

(37) Cfr. Etzioni, A.: The moral dimension: towards a new economics, 1988; en Artal, Maraguat y Pérez Adán: "Individualismo y análisis comunitarista. Una presentación del Comunitarismo a través de la obra de Amitai Etzioni y Alasdair MacIntyre", Madrid, Sistema No. 124, Enero de 1995, p. 82.

(38) Cfr. Etzioni, A.: La nueva regla de oro, Barcelona, Paidos, 1999.

(39) También llamado "sujeto-billetera" por Hinkelammert: "El sujeto humano concebido por la teoría neoliberal es un perfecto solipsista. En su raíz, es una billetera caminante que usa como brújula una computadora que calcula maximizaciones de las ganancias. El mundo rodante es objeto de cálculo, hacia el cuál siente inclinaciones sin necesitar de él. Este sujeto billetera con mente calculadora, se imagina que existiría aunque este mundo no existiera. Es un ángel que se dejó seducir por los esplendores de este mundo, y que gime para volver a su estado puro. Es homo economicus". Cfr. Hinkelammert, F.: El grito del Sujeto. Del teatro mundo del evangelio de Juan al perro-mundo de la globalización, Costa Rica, DEI, 1998, p. 238.

(40) Cfr. Homans, G.: Soziales Verhalten als Austausch (1958); en Radl Philipp, R.: Op. Cit, p. 101.

(41) Cfr. Carpi, T.: "la economía social en un mundo en transformación", en Ciriec No. 25. madrid, 1997, p. 86.

(42) Cfr. Defourny, Favreu y Laville: "Introducción a un balance internacional", en Inserción y Nueva Economía Social, Madrid, Ciriec, 1997. En este libro se presentan numerosos enfoques nacionales que tienen en común, como señalan sus compiladores, el creciente interés por las iniciativas económicas de tipo asociativo o cooperativo "que no pertenencen ni a la esfera privada clásica ni a la de la economía pública...Para la mayoría de los estudiosos de todo el mundo, la noción de tercer sector es la que define globalmente de forma menos imperfecta este ámbito".

(43) De acuerdo a lo analizado supra.

(44) Cfr. Guerra, P.: "Repensando lo público: ciencias sociales interpretando las transformaciones de la sociedad civil. El tercer sector a la luz de la economía de la solidaridad", Trabajo presentado al 1º. Encontro da Rede de Pesquisas sobre o Terceiro Setor na América Latina e Caribe, Río de Janeiro, UFRJ, 22 al 24 de Abril de 1998.

(45) Remunerando generalmente al factor trabajo como organizador del resto de los factores, a diferencia de la economía de intercambios, que remunera al capital.

(46) Para un completo análisis de la economía de las donaciones, además de Boulding, Cfr. Razeto, L.: Las Donaciones y la Economía de la Solidaridad, Santiago, Pet, 1994.

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